TUXTEPEC
Llegué a Tuxtepec. Me dirigí a la casa (a la salida a
Camelia Roja) de mi primo Jorge (su mamá y mi mamá eran medias hermanas),
reconocí la casa, estuve aquí hace varios años de regreso de Mérida (del torneo
internacional de ajedrez “Carlos Torre” a Morelia), me recibió con su familia: Su esposa Irma Camila, sus hijas Georgina (Gina), Keren Jemima, aunque por x motivos también la llaman Diana y Elvira, la
pequeña Camila y su hijo Jorge Alejandro.
La familia de mi primo, solo falta la pequeña Camila.
La casa es muy grande, tanto que renta una parte como bodega
a una empresa que comercializa huevo de gallina.
Vista de la sala al patio.
Mi primo llegó a ser el mayor comercializador de mango en el
país, luego quebró, pero parece ser que ya está en franca recuperación, yo
espero que lo consiga.
Ha sido curioso para mi ver otras formas de vivir, en
tierras que no conozco bien aunque pertenezcan a México. De hecho, en parte
para eso inicié este viaje.
Teniendo todas las comodidades de la tecnología moderna,
frecuentemente la esposa (Irma Camila) de mi primo cocina afuera en un fogón, y comimos en el patio. Por supuesto, con ese maldito calor,
no hay agua caliente.
Mi primo, su esposa y la pequeña Camila, en el fogón.
Irma Camila.
Agobiados, extenuados y sufriendo horrores
La familia es cristiana y celebran los ritos los domingos en
la casa de Jorge, quien vive entre pastores de la religión y gente de campo.
A Gina, la mayor de mis sobrinas le interesó tocar guitarra y le
enseñé algunos rudimentos, es tenaz y en unos días tocaba los bajos de algunas
rolas y algunos acordes sencillos.
La otra niña, Keren o Diana, se interesó un poco y también aprendió
algo. Al sobrino Jorge le interesaba el ajedrez y también le enseñé algunas
cosas de principiantes.
Los chavos me cayeron muy bien. Excelentes en su amabilidad y ambiciosos de saber cosas. De hecho, Gina comentó que un día va a realizar un viaje similar al mío.
Entre las cosas interesantes que me pasaron ahí fue que comí tepejilotes, yerba mora y algunas otras cosas raras (nuevas para mí), recordé mucho a mi madre por las comidas y las pláticas con mi primo que pasa muchas horas del día en la entrada platicando con las múltiples visitas que recibe.
La temporada de mango comienza hasta mayo, y él se dedica mientras tanto a pequeños negocios y tiene mucho tiempo libre.
Entre las cosas interesantes que me pasaron ahí fue que comí tepejilotes, yerba mora y algunas otras cosas raras (nuevas para mí), recordé mucho a mi madre por las comidas y las pláticas con mi primo que pasa muchas horas del día en la entrada platicando con las múltiples visitas que recibe.
Tepejilotes en estado natural
Tepejilotes guizados
La temporada de mango comienza hasta mayo, y él se dedica mientras tanto a pequeños negocios y tiene mucho tiempo libre.
Como no había mucha actividad, lo tomé como un descanso,
aunque creo que abusé, fueron muchos días en Tuxtepec.
OAXACA
Tuvimos una salida a la capital, Oaxaca, con un amigo suyo
que se mueve en el ámbito político. Salimos el día XX a las 5 de la mañana y
fue una tortura, entre curvas interminables, (me atrevo a asegurar que las
cumbres de Maltrata y las Mil cumbres de Michoacán juntas, no le llegan a las
de Tuxtepec-Oaxaca). En menos de dos horas subimos de 15 metros sobre el nivel
del mar a 3000. Fue un trayecto tan duro que se me revolvió el estómago en
serio, pero aguanté como pude.
Pasamos por Guelatao, un lugar del que solo había leído algo en los libros de historia de la primaria, por Benito Juárez. Está en plena sierra y es una región sumamente abrupta.
Con mi primo a 3000 m. de altura.
En un restaurant: Un cafecito antes de llegar a Oaxaca.
Pasamos por Guelatao, un lugar del que solo había leído algo en los libros de historia de la primaria, por Benito Juárez. Está en plena sierra y es una región sumamente abrupta.
Ya había estado en Oaxaca con Fco. Zintzún por una
invitación de David Feldman y su esposa (amigos que conocí en Los Angeles), la
ciudad sigue siendo hermosa.
Conocí el árbol del Tule, que sólo había visto en mis libros de primaria.
Conocí el árbol del Tule, que sólo había visto en mis libros de primaria.
El árbol más "gordo" del mundo.
Al fondo el árbol del Tule
En Oaxaca, entre visitas a políticos y escapadas a algunos
lugares donde esperaba ser contratado, o tener un espacio para presentar lo
mío, pasamos dos días, ahí comí panuchos.
Un detalle curioso, en las esquinas de Oaxaca, hay anuncios con los nombres de las calles, en relieve ¡Para que lean los ciegos!
Fui a algunos lugares públicos y privados, pero no conseguí nada, por las prisas, disponía de poco tiempo, aunque establecí varios contactos para el futuro.
Fui a algunos lugares públicos y privados, pero no conseguí nada, por las prisas, disponía de poco tiempo, aunque establecí varios contactos para el futuro.
Con mi primo sufriendo terriblemente.
De regreso la naturaleza me dio otra extraña sensación. De 46 grados a las cuatro de la tarde en Oaxaca, en dos horas estábamos a 9 grados, en la punta de la sierra. La ventaja para mi es que ya sabía de lo duro de las infinitas curvas y me preparé mentalmente, y aunque el viaje se me hizo algo largo fue soportable.
VUELTA A TUXTEPEC
Seguí unos días más en la casa de mi primo y esperé a mi
hermano Víctor que vino a alcanzarme para acompañarme un tramo del camino.
Muchas horas pasamos en interminables pláticas y descansando en este lugar.
El cumpleaños de Gina fue el 24 de febrero, pero se mató un cerdo el siguiente domingo para
festejarla, fue la última tarde en Tuxtepec, había sido demasiado descanso para
mi.
Domingo 28 de febrero, preparando todo para festejar el cumpleaños 16 de Gina.
Mi primo me invitó a quedarme por más tiempo, meses incluso,
pero era imposible, tenía que seguir caminando.
Al día siguiente salimos con Víctor rumbo a Coatzacoalcos:
la siguiente parada.
COATZACOALCOS
Llegamos y hablé con mi amigo Alfonso Gutiérrez, a quien
había conocido en Los Angeles, donde colaboraba con la estación de radio KPFK,
su hermano Jesús tiene, a media cuadra de la central del ADO un pequeño hotel
de tres cuartos, nos hospedamos ahí y esperamos a Alfonso que vive en
Minatitlán.
Alfonso es un tipo muy noble y comprometido, convencido de
que el país necesita grandes cambios, y que lo peor que hay es la corrupción,
entregado por completo a MORENA, hace una gran labor, invierte, sin interés
personal, una buena parte de sus ingresos en apoyar al partido. Al conocer su
ideología y manera de pensar me convencí que hacen falta más mexicanos como él
para conseguir un cambio sustancial en México (que tanta falta nos hace).
Salimos a pasear por el centro y el malecón de
Coatzacoalcos, y me encontré con una gran sorpresa: El kínder (que no de la
edad de piedra malditos chismosos) en el que estuve hace unos 59 o 60 años. Víctor fue el que lo vio y me avisó: Oye este es tu Kínder.
Yo creo que se dio cuenta por la ubicación, ya que él es mayor y recordaba algunas calles de Puerto México.
Lo más sorpresivo es que, todo estaba como lo recuerdo vagamente (ha pasado algún tiempo), nos dejaron entrar y nos tomamos una foto junto al chapoteadero.
Yo creo que se dio cuenta por la ubicación, ya que él es mayor y recordaba algunas calles de Puerto México.
Lo más sorpresivo es que, todo estaba como lo recuerdo vagamente (ha pasado algún tiempo), nos dejaron entrar y nos tomamos una foto junto al chapoteadero.
Con Alfonso y Víctor en el chapoteadero
El exterior del Kínder
Bordeamos por el malecón del río Coatzacoalcos y seguimos
por el malecón de la playa, otro recuerdo grande de mi infancia es que en
Coatzacoalcos conocí el mar.
En el malecón, llegamos hasta un pequeño museo en una
construcción con forma de pirámide. Ahora sé que Coatzacoalcos, (conocido como
Puerto México hasta los años 50´s), tiene que ver con Quetzalcóatl, la
serpiente emplumada.
Con Víctor recordamos a nuestra madre, pues comimos en dos o tres ocasiones empanadas (que desde mi infancia no saboreaba) y memelas (ahora se llaman picadas).
Víctor y yo pasamos tres días en Coatzacoalcos, me comuniqué
con la casa de la cultura, pero al igual que en Oaxaca estaban celebrando el
“año de Hidalgo” (último años del sexenio), y las autoridades se dedican a lo
suyo.
El último día nos notificaron que murió el tío Abraham en
Córdoba y Víctor se regresó para estar en el sepelio y de ahí siguió para
Morelia. Yo a Mérida.
Con Alfonso jugué ajedrez en Los Angeles y me ganó, yo venía
con sed de venganza, pero no fue posible sentarnos a jugar y la revancha
quedará para otro día.
Me despedí de Alfonso y su hermano Jesús (dos magnificas personas con
las que espero volver a convivir algún día), Jesús me acompañó a la terminal y
salí a las 9 de la noche del lunes 1 de marzo rumbo a Mérida.