TOLUCA
Después de casi cuatro horas llegué a Toluca con dos cajas
llenas de libros de ajedrez, mi valija y mi guitarra. Fue pesado llegar al
taxi. (lo bueno es que la carga se va aligerando).
Estuve con mi sobrina Iliana, su esposo Marco y su hijo
Marco (creo que se gastaron como 6 neuronas para ponerle nombre).
Al día siguiente descansé totalmente. Sólo en casa (los
adultos en el trabajo y el niño en la escuela), me dediqué a ordenar mis
“tiliches” y mis pensamientos.
Ignacio Guizar me puso en contacto con Perla Quintero, una
artista de Toluca. Me comuniqué con ella desde Morelia y ella se esforzó mucho
para que yo tuviera presentaciones artísticas en Toluca.
Perla resultó ser una mujer hiperactiva, del tipo de gente
que regala mucho de su trabajo a causas nobles. Baila danza moderna y tiene la
intención de vivir la aventura por América (como yo) con un grupo de amigos
bailarines y músicos. Ojalá que lo consiga.
Por la noche fui a una reunión de bohemios capitaneados por el
sr. Larrañaga un fotógrafo muy bueno y reconocido en la ciudad. El evento, algo
informal, estuvo muy bien, con una ligera mancha: un tipo, algo pasado de copas, de esos que
gustan de ser el centro de atención de las reuniones.
Al día siguiente me vi con Alma Nelida, una amiga que conocí
tres años atrás cuando ella tenía 17 años. Nelida estudia arte gráfico en la
universidad, le regalé mi último disco (Una Gran Noche) y ella me obsequió una
litografía donde representó una parte difícil de su vida. Tomamos un café y
platicamos toda la tarde. Lástima que al siguiente día no la pude volver a ver.
El sábado 30 nos vimos con Perla y me ofreció la chance de
ir a Tepoztlán, donde trabaja su hija Fanny (que estudia en Cuernavaca), un
pueblo mágico en el estado de Morelos que yo conocía sólo de oídas.
Pasé dos días más en Toluca, muy feliz y prácticamente
descansando.
La última noche (domingo 31), celebraron con atraso dos
cumpleaños. Marco (el papá) y su hermana Ara, estuvieron en la reunión, además
de Iliana, Marco y Ara, Miguel el hermano de Marco y su novia Mariela, además
de los niños (la hija de Ara y Marco). Hubo pastel, mezcal y gelatina. Canté y
declamé para ellos, me sentía como en casa, fueron todos muy amables. En fin
fue una velada fantástica.
Al día siguiente, por la mañana, salimos con Marco y Marco
al cerro del Calvario, donde se tiene una inmejorable vista de Toluca. Me tomó
Marco unas fotos con el Rey Poeta: Netzahualcóyotl.
Caminamos por el paseo Colón, donde aligual que Morelia, se cierra la calle los domingos, pero además de gente en bici o en patines, hay ajedrez.
Visitamos el hospital de animales donde trabaja Marco.
Salí de Toluca a las dos de la tarde camino a Tepoztlán.
Caminamos por el paseo Colón, donde aligual que Morelia, se cierra la calle los domingos, pero además de gente en bici o en patines, hay ajedrez.
Visitamos el hospital de animales donde trabaja Marco.
Salí de Toluca a las dos de la tarde camino a Tepoztlán.
Gracias por todo Iliana y Marco. Fue hermoso ver facetas de
ustedes que no conocía. También gracias a Perla y Nelida.
TEPOZTLÁN
Me encontré con mi hija y su novio en la terminal de
estrella blanca en Cuernavaca y me llevaron a Tepoztlán, recorrimos el pueblo
mágico, que parecía feria (domingo), comí
dos itacates, y fuimos a buscar a Fanny (hija de Perla), quien me había
buscado un alojamiento económico.
Conocí ahí a Alejandro (Chango Macho), quien vive en
Tepoztlán desde hace siete años, pinta y hace música. Alejandro ha viajado
mucho, estuvo en Canadá y luego anduvo por Latinoamérica, llegó hasta Bolivia
pues al pasar a Brasil lo deportaron. Me regaló un disco suyo donde él toca
todos los instrumentos y canta. A continuación una “rola” de su disco.
La casa estaba como a tres km. De Tepoztlán, una casa
(ecológica) de Pablo y Ruth. Con ellos estaba una amiga de ellos (italiana) llamada
Morena.
Morena, yo, Ruth y Pablo
Curiosamente Pablo es medio hermano de un amigo de mis tiempos de estudiante, Juan José Rivadeneyra.
Mi habitación y la vista desde la ventana
Pablo y Ruth a los 26 y 25 años respectivamente se fueron a vagar por Europa y Asia durante 19 años, en los cuales vivieron en 38 países. Finalmente volvieron a México y compraron un terreno donde acamparon mientras construían su casa ecológica. Ahora tienen un local de artesanías en Tepoztlán y hospedan gente en su casa. Se les ve felices, aunque se nota cierto deseo de volver a emprender el camino.
Al día siguiente (1 de febrero), bajamos al pueblo y canté
en un par de lugares por unas monedas, realmente los cafés y restaurantes ya
estaban prácticamente vacíos y no se veía la necesidad de quedarme, el lunes
por la noche se iría el poco turismo que quedaba y no había posibilidades de
sobrevivir, así que decidí irme de inmediato a Puebla , vía Cuautla.
El lunes por la mañana fui al ayuntamiento y hablé con David
Sánchez Flores, quien se interesó en que en un futuro no lejano ofrecer un
taller de ajedrez. El anterior presidente municipal saqueó todo antes de
partir, y los trabajadores usaban sus propias computadoras personales,
esperando pronto poder cobrar, parece que iban a trabajar unos meses más sin
sueldo. ¡Hay Emiliano, cuanta falta haces en tu tierra!
Pasé la tarde en un café escribiendo y luego en el negocio
de artesanías de Pablo. Aproveché para tomarme una foto con Fanny (que trabaja
en el negocio de junto), la linda hija de Perla, quien al igual que su madre
fue muy amable.
Empaqué y salí por la noche de Tepoztlán. Un lugar muy hermoso pero donde no parecía haber nada para mí.
Empaqué y salí por la noche de Tepoztlán. Un lugar muy hermoso pero donde no parecía haber nada para mí.
Mis preocupaciones por mi proyecto de viaje aumentaron, pues
me di cuenta que las cosas podían ser nada fáciles.
Lo mejor que me llevé de ahí fue la gente que conocí y el
haber visto el Tepozteco (imponente y hermoso), la montaña que da nombre al
pueblo.
Salí de Tepoztlán a las 9 de la noche, con los últimos
turistas (del D. F.), que esperaban su camión. Hice migas con cuatro chavos
jóvenes y me tomé una foto (lástima, salió mal) con una de las chicas.
Esperando la salida de mi camión a Cuautla
Ahí comenzó otra parte de mi calvario personal. En Cuautla
las terminales de camiones cierran por la noche y tuve que conseguir hospedaje
en un hotel de paso (Gran Sama) por $140.00 la noche (cobraban $60.00 por hora
para las parejas que iban por un rato).
Por la mañana después de bañarme, comer un tamal y beber un litro de leche, salí a Puebla.
CONTINUARA...
CONTINUARA...